Al fondo la Guadalupana |
Dice una de las leyendas de San Juan que por los tempos de
la colonia llegaron a vivir a San Juan a la Calle Curato Viejo # 11, (16 de
sept. La Guadalupana) una joven pareja, el de nombre Don Amando Montes D´Oca Capitán
de las guardias reales del Virrey Don Miguel
José de Anzanza y ella Doña Liliana Montes D´Oca, formaban formaban
bonita y feliz pareja, él desaparecía
por largos periodos a cumplir sus obligaciones de la milicia a la que servía,
ella se quedaba en San Juan a cumplir sus deberes de señora de la casa, no tenían
hijos, lo que justificaban cuando alguien cuestionaba su falta de hijos.
-Así ha sido la voluntad de Dios nuestro Señor.
Cuando regresaba el capitán de sus andanzas por lejanas
tierras cumplían como pareja sus compromisos sociales y como devotos católicos iban
a misa cada Domingo y a los rosarios a los que eran requeridos, iban a toda
tertulia a la que eran invitados y también en su casa festejaban grandes fiestas,
así transcurría la vida del matrimonio Montes D´Oca en San Juan del Rio.
Un día la pareja anuncia a sus amigos que esta vez partirían
juntos, por dos años, ya que a Don Armando los apostaron muy lejos al norte a las
californias justamente, y para n estar tanto tiempo separados decidieron irse
juntos.
Pasados los dos año se oye una carreta de madrugada, entrar
por la calle y detenerse en el domicilio de la pareja, baja la pareja
sigilosamente, llevando ella un misterioso bulto en brazos, dicen que a partir
de que regresaron Doña Liliana ya no era
la misma, de aquella bella y jovial mujer solo quedaba un recuerdo, se le veía desaliñada
y taciturna, dejaron de asistir a las tertulias y las puertas de su casa se
sellaron para cualquier extraño, se les oía discutir fuertemente y a misa solo asistían
a cumplir su compromiso de cristianos, las ausencias del Capitán cada vez eran más
frecuentes y prolongadas.
Se rumoraba que después de un par de años, se empezaron a escuchar
ruidos extraños como cadenas, grito y llantos de un niño, el vulgo la atribuyo a
que quizá habitaba la propiedad algún ser de ultratumba, así sin darle mayor importancia la vida transcurrió
varios años más, con Don Armando ausentándose por largos periodos y Doña
Liliana deteriorándose día a día más, hasta que el Capitán ya no regreso jamás,
se cree que fue muerto por algún ladrón o en alguna de sus labores de soldado, eso
fue lo único que faltaba para que Doña Liliana terminara de perder la razón, se
le veía triste y desaliñada preguntando por la calle por su amor Don Armando,
hasta que un dia simplemente dejos de salir a la calle.
Pasados unos días empezó a salir un olor nauseabundo, olor a
muerte de su vivienda, los vecinos urgieron l teniente de la guarnición, que en
ausencia de algún pariente este abriera la propiedad ya que ese olor era
insoportable conforme pasaban mas días, al abrir el portón de madera se
encuentran con dantesco cuadro, Doña Lilina colgada de grueso cordel a las
vigas del techo, ya tenía días por su estado avanzado de descomposición, al no
haber sospechosos ni motivos de crimen se dio como un suicidio por tristeza,
pero para sorpresa de los vecinos los historia no terminaba ahí, la revisar
toda la finca las autoridades encontraron, en una de las caballerizas del fondo
e la casa, el cadáver casi momificado de
un infante de aproximadamente 7 años, amarrado con cadenas, un niño totalmente
deforme y mal logrados, esto llevo a las autoridades a investigar más a fondo a
la pareja formada por los Montes D´Oca, durante el proceso de la investigación se
logro saber que dicha pareja que actuaba como esposos, eran en realidad un par
de hermanos que huyendo de España se embarcaron a la Nueva España para poder
vivir en paz su pecaminoso amorío y que esa pobre y deforme criatura solo era
el fruto de su incestuoso amor, lo que llevo a la ruptura de la pareja y a la
locura de Doñ Liliana.
Ahora en ese domicilio que siglos después ocupara la
Guadalupana y que hoy es sede de una universidad y de un karaoke bar, se pueden
escuchar llantos de niño, y gritos desgarradores de una mujer, y aseguran que
en los cuartos del fondo se puede observar la figura de un fantasmal y travieso
niño mirándote y a veces azotándote las puertas en la cara, y en los patios exteriores la figura de una
triste mujer, flotando y sollozando por su amado atravesar el patio de cuarto a
cuarto y perderse en la que alguna vez fue su recamara y testigo de su muerte.
Una leyenda mas de mi San Juan
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