lunes, 10 de abril de 2017

La leyenda del perro del diablo




Esta leyenda transcurre por allá, por los años de los inicios el siglo XIX, dice esta leyenda que por las orillas del río San Juan una perra de esas llamadas pardas dio nacimiento a una media docena de cachorros de los que destacaba un bello ejemplar de un color rojizo encendido, este perrito llamo poderosamente la atención de Doña Juanita, señora mayor vecina de pueblo y específicamente de la calle hoy llamada Cuauhtémoc, este color y la ternura que despertaba el perrito rojizo hizo que la doña se enamorara del perrito y se lo llevo a su casa, cuenta esta leyenda que empezaron a suceder hechos sobrenaturales y macabros, que por las noches y madrugadas se veía corre un enorme perro negro  con grandes ojos rojos que parecían las mismas llamas del inferno este hecho causaban terror a quien lo por casualidad lo llegaba a ver, se le veía desparecer en la oscuridad de la hoy calle de Aldama, lo curioso es que este infernal perro siempre iba cargando un bulto entre sus horribles fauces,  enojados y desesperados los pobladores del centro de San Juan, un buen día esperaron la aparición del perro negro y empezaron a seguirlo, platican los que recuerdan la historia que siguieron al perro hasta casi la cima del cerro de la Venta, ahí vieron como entraba a una cueva con un bulto entre sus fauces, disidieron esperar un rato hasta que el perro salió de la cueva, entre ellos decidieron que una parte seguiría al perro y otra parte entraría a la cueva y ver que cargaba este perro maldito..
Siguieron al infernal ser hasta que desapareció dentro de una casa en Cuauhtémoc, tocaron fuertemente la pesada puerta de madera y salió a atender Doña Juanita, Sra. Mayor que asustada pregunto
-¿qué pasa gente?, ¿que se les ofrece?
-perdone usted, venimos persiguiendo un enorme perro negro y vimos que se metió aquí, en esta casa
-no puede ser posible aquí solo tengo a mi pequeño pulgas.
Les enseña a su hermoso perrito rojizo
Aun con miedo le piden que si podrían trae al cura de la parroquia
Ella siendo devota mujer no pone objeción alguna.
Se va uno de los hombres a la parroquia de nuestra Sra. De Guadalupe y le cuenta todo al cura, este toma relicario, agua bendita y un puñal bendecido y corren a casa de doña juanita...
Mientras en la cueva del cerro de la venta la gente que quedo ahí entro rápidamente y se llevaron la mayor sorpresa, al encontrar todos los niños desaparecidos aun vivos con moretones, rasguños y adormecidos pero vivos, sabrá mi Dios que destino les esperaría, los bajan para entregarlos a sus padres.
Cuando llegan el vecino y el padre al domicilio de doña juanita, se empieza a manifestar un fuerte olor a azufre, al pequeño perro se le encienden los ojos, mientras el cura empieza el rezo, el animal se transforma a su verdadero ser, un aterrador perro negro de enormes dimensiones y unos ojos rojos como las mismas llamas del infierno,  el cura saca de entre sus sotanas el puñal bendecido y procede a acuchillar al perro, en la lucha logra atravesar el corazón del perro, pero en su agonía el perro le asesta una grande y profunda mordida, el perro muere y desaparece en medio de unas enormes llamas, mientras tanto el cura es llevado al convento de santo domingo a ser curados, desafortunadamente la herida fue demasiado fuerte y profunda, y el padre falleció al poco tiempo de librar la batalla con el mismísima mascota del diablo….
Desde entonces a la cueva del cerro de la venta se le conoce como la cueva del diablo, y a esta historia como la leyenda del perro del diablo… Fin
Como un relato personal les debo contar que allá por el año 1980, vivíamos en Juan Ruiz de Alarcón en la colonia las fuentes, precisamente a un costado de la calle de Aldama, era una casa de dos pisos, donde había muchas manifestaciones paranormales, un día estaba mi Mamá y una de mis hermanas recostadas viendo la tele y de reojo vieron pasar por el pasillo la figura de un gran perro, se preguntaron
-¿viste?
-si Mamá, si vi
Se levantaron rápido y alcanzaron a ver como el perro bajaba las escaleras, lo siguieron lo más rápido que pudieron y vieron como atravesaba la puerta de la cochera, salieron rápido y alcanzaron a ver como se metía entre unos pinos chaparritos que estaban en el jardín saliendo a la calle, los pinos se movieron como si los hubiera atravesado cuerpo solido, pero el perro nunca salió del otro lado. En esa casa siempre se oyeron sonidos como de pisadas por el ritmo y lo profundo del sonido se figuraba como pisadas de botas militares y si estabas arriba alcanzabas a oír como se abría y cerraba la puerta de la cochera…
Vivencias del centro de san juan

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